cuando la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren


a veces es mejor perder el autobús

Llueve en Darmstadt. Pongo el mp3 a todo volumen, y decido, a pesar de esta fina capa de humedad, volver a casa caminando. Have you ever seen the rain…suena lenta. Camino despacio, con mi nuevo paraguas de lunares. La lluvia parece no importar. Decido caminar, al igual que decidí perder mucho a cambio de un interrogante que aún hoy, sigue ahogando mis pulmones, como se ahogan mis botas en los charcos teutones.
Decido, porque la vida está hecha para apostar. Puede que todos perdiéramos algo cuando vendimos nuestra realidad a cambio de un año, que por qué no, puede ser maravilloso.
Y quizás mañana también llueva, pero si sale el sol, podremos sentarnos en ese césped beatleniano a hablar de todo lo hablable en la vida…y de nada a la vez.
Porque el sol saldrá…pero mientras tanto, podré cubrirme de la lluvia con mi nuevo paraguas de lunares.




Si acaso la lluvia no cesara, puede que sea peor, pero ¿y si no?...no correré el riesgo de que me lo cuenten.

No hay comentarios: