Tercera ley de Newton: acción-reacción. Toda acción tiene
siempre una reacción igual y contraria, y un día cualquiera, sin saber por qué,
escribes a alguien, ese alguien te contesta, y parece que a pesar de los 5
grados en plena primavera, sale el sol.
El efecto mariposa: el
aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del
mundo, y un día cualquiera, sin saber por qué, un acto reflejo, absurdo, tonto
e insignificante, parece pintar de colores el día más gris de la historia.
La casualidad: combinación de circunstancias
que no se pueden prever ni evitar, y un día cualquiera, se alinean las
palabras, se entrecruzan los pensamientos, y parece que fue el momento y la
situación perfecta para apostar, todo al rojo.
La suerte: creencia en una organización
de los sucesos afortunados, y un día cualquiera, lees la frase adecuada, en el
momento oportuno, y parece que justo antes de pisar la calle, la tormenta se
aleja de repente.
El destino: poder sobrenatural inevitable que
guía la vida humana a un fin no escogido, y un día cualquiera llega, y parece que ese día siempre estuvo ahí.
Existen muchas definiciones, existen muchos
caminos para llegar a un mismo sitio, existe la idea de que aunque hubiéramos
elegido un atajo, una manera distinta de hacerlo, hubiéramos llegado al mismo
sitio. Existe el pensamiento de que fue un simple segundo el que lo cambió
todo, el que activó el mecanismo. Existe el sentimiento de que pudo ser una concatenación de hechos
fortuitos o quizás fue el azar.
Pero tras dos semanas en Liverpool, sigo
despertándome pronto, sigo desayunando un café, sigo tumbándome en la cama, y sigo buscando la clave, la llave, que
de respuesta a las grandes preguntas. Tras dos semanas ninguna rutina ha cambiado,
y sigo, una y otra vez, buscando la respuesta.
Algunos lo llaman suerte, otros, casualidad.
Habrá quien crea es el efecto mariposa, y
como no, otros apostarán por la acción-reacción. Incluso alguno, lo llamará destino. Yo prefiero pensar, que
en el fondo, todo son la misma cosa. Prefiero pensar que al final, tenemos la
libertad de escoger un camino, de escoger un segundo, un instante imprevisible, un
momento fortuito, que nos hará estar en el punto en el que tenemos que estar
en el segundo adecuado. Y aun con nuestra libertad, no podría ser de otra
manera. Prefiero pensar que aunque cada uno lo llame de un modo, en el fondo no es
más que el curso natural de la historia, de nuestra historia. Prefiero pensar
que aunque le cambiemos el nombre, en el fondo no es más respirar, no es más
que la esencia de la vida, en estado puro.