cuando la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren


la maleta

¿Qué meterías en una maleta para nueve meses? Mi respuesta, aunque  hoy me pese, en su día fue clara: unas medias rosas de lunares (imprescindibles para el primer día), unas gafas gigantes, otras de corazón, un montón de fotos, algún poema en la memoria y muchas muchas ganas de aprender…

Y ahora me veo, con la misma maleta, y bastantes más cosas que meter. Porque somos un proyecto, para muchos fallido, de ingenieros, arquitectos, profesores…un proyecto de futuro, porque al fin y al cabo, somos un proyecto de personas, que se han llenado de experiencia, de vida.

Y este es mi gran problema, una maleta medio llena, y muchas cosas por meter, muchas sonrisas, muchas miradas, muchas confidencias que bajo el influjo de una cerveza parecen más fáciles…el problema es que ahora tengo demasiada gente, para meter en un texto, demasiados momentos, demasiados recuerdos…demasiados pasos tras mi espalda, y una maleta demasiado pequeña.

Y la jodida melancolía quizás, volverá mañana, en forma de sms, o de mail: “¿nos vemos mañana?” y la sonrisa volverá a aparecer, al recordar a mi compañero de piso, a las dos chicas que daban sol al frío alemán, a los revolucionarios que quizás no cambiaron el mundo, pero en el intento cambiaron el mío, al recordar, las tardes de café.

La vida, supongo, va y viene. Supongo, digo, porque soy la más pequeña y  a la vez la más inmadura de vosotros, soy aquella que en todo momento se sintió cuidada, aconsejada, mimada y protegida, por esto quizás haya crecido tanto a vuestro lado.

Gracias, por hacer que me entren ganas de llorar al pensar que quedan ocho semanas, gracias por hacerme aprender, por enseñarme alemán, italiano, guitarra, o cualquier cosa que merezca la pena. Gracias por hacerme miraros, y sentirme orgullosa, mientras nos dejamos llevar al son de alguna canción que quizás no os guste demasiado, pero que forma parte de este escenario.

Gracias por darme con un mínimo gesto, esa energía que muchas veces logro transmitiros…lo nuestro sí que es una relación simbiótica.

Y la maleta sigue ahí, me mira, amenazante, y otra vez vuelven las ganas de llorar, pero no, hoy es martes, y toca 603.

Porque la vida quizás, algún día os devuelva lo que me habéis dado, porque quizás, el mundo, siga en su eterno equilibrio, y os regale a cada uno, la maravillosa historia de conoceros a vosotros mismos.  Gracias, por las noches locas, por las locos que hacían las noches noches, por todos aquellos momentos que hemos compartido, por no haber querido ser mis amigos, y haberos convertido, tras una extraña metamorfosis, en mi familia.

Yo os esperaré, en algún lugar del mundo, eso sí, si consigo cerrar mi maleta.

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